Rostros de Colombia, en una segunda vuelta

Por: Wilfredo Mendoza

          Hace falta ir más de una vez a Colombia para poder confirmar los encantos que se 

vieron una primera vez. Colombia es sinónimo de cultura, buena comida, buen café,  

buena música, gente hermosa y alegre, y progreso. Sus encantos se pueden ver en los


parques, plazas, montañas y calles que arropan su capital, 

Bogotá. Es decir, por donde quiera que mires a 

Colombia, verás algo que, sin duda, la hace única.



En la foto: Ajiaco con pollo (mi plato favorito)

Desde la Plaza de Bolívar en Bogotá:








Su Palacio Presidencial: Casa de Nariño



    



          Locales y turistas abarrotan sus calles a diario. Entre el vocerío se escuchan 

vendedores, que compiten entre sí, buscando clientes para que compren sus productos; 

alboroto que, para quien no está acostumbrado, puede ser 

imperceptible. Artículos como juguetes, comida, produc- 

ciones de cine y television pirata, música y ropa se encuen- 

tran en las calles por sólo unos pesitos. Es tanta la diversi-

dad, que la eterna pelea siempre será quién te da el 

artículo por un mejor precio. ¿Pero y qué del café? El café colombiano, sin duda, es uno 

de los mejores de Latinoamérica, si no es que del mundo entero. ¡Y qué mejor que tener 

un buen café en cada esquina,


literalmente!

20 de julio










Cerro de Monserrate

          Uno de los puntos más emblemáticos de la fe católica en Bogotá es el cerro de 

Monserrate. En sí, este sagrado lugar atrae a miles de turistas y locales cada año pero en 

esta ocasión tuve la oportunidad de visitarlo en Semana Santa, una fecha muy especial y 

significativa para los creyentes. A esta celebración se debió que Monserrate estuviese 

súmamente lleno de transeúntes.



   





Minas de Sal

          Las Minas de Sal en Zipaquirá es otro de los atractivos turísticos de este país. Una 

maravilla arquitectónica, por cierto. A 180 metros bajo tierra, se encuentra un altar o 

santuario, hecho, se dice, en honor a la devoción por Dios que tenían los mineros que 

aquí trabajaban. Hoy día, este lugar continúa siendo fuente escencial del elemento 

salino, pero a través de un método mucho más riguros que permite conservar este lugar 

abierto como el gran atractivo turístico que es, sin dejar a un lado su función principal; 

todo, mientras usted está recorriéndolo.

          Y así comienza el recorrido...










             





     

     



          En la salida de las Minas de Sal, hay que parar en el centro histórico de Zipaquirá. 

Este pueblito está lleno de colores y sus calles gritan a viva voz la historia que ahí se 

vivió en el pasado. Edificaciones muy características de cualquier país suramericao son 

encontradas en cada paso que se camina. 














¡Rostros de Colombia!















¿?


¡Hasta los perritos son felices!


Autoría y Fotografías: Wilfredo Mendoza
Colaboración: Reimy Chávez

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